Growing in Devotion to God

09-19-2021Pastor's LetterRev. Gregory B. Wilson

Dear Brothers and Sisters in Christ,

One of the many things I was able to pray about on my recent retreat was how truly blessed I am to be here at St. Mary’s among such faith-filled, wonderful people. As promised, I prayed for you every day and specifically offered Masses for you and for your intentions over the thirty days. As many of you have expressed your thanks at my return, know that I return that gratitude and love to you all – the infinite, healing love the Sacred Heart of Jesus offers each of us. I realize what a true privilege it is to be able to be away for a full thirty days for such a retreat. This was due to the generosity of many others that made it possible. I’m extremely grateful to Fr. Francisco, Msgr. Willie, our deacons, and our dedicated staff for “holding down the fort” while I was away. To all who helped – thank you from the bottom of my heart!

Many have asked to hear about the retreat since it is a much more intense type of retreat than we are used to hearing about. I plan to share its fruits and how you can experience it also in, perhaps, a modified form suitable for your particular circumstances and state in life. While ideally it is thirty days, it can be modified to best accommodate a person’s life. After all, a mother of four can’t pray like a cloistered nun, and a priest’s spiritual life will look different than that of a banker, soldier, or student. But each and every disciple is called to a deep and fruitful spiritual life as we are able. In all cases it will involve a heroic picking up of our own cross and following in the footsteps of Jesus Christ.

A few details of what the retreat was like: Three brother priests from our diocese joined me along with a retreat director at a retreat center in Venice, Florida. The retreat is called The Spiritual Exercises of Saint Ignatius of Loyola. In consists of four weeks of meditations–exercises. And it is indeed work! We began by carefully examining our entire lives, looking at God’s grace and blessings, and our sins. The first week ended with a general confession of our whole lives. Over the subsequent three weeks we slowly meditated on the life of Christ from His Conception, to His Death, to His glorious Resurrection and Ascension. After a couple of introductory days, we worked up to five hours daily spent in these meditations. Over the month, each of us prayed over 130 hours, not counting Mass and other prayer. I turned in my cell phone, so no texts or emails! Also, we were truly in silence except for prayers at Mass and two rest days.

Overall, it was a phenomenal experience, and I look forward to sharing more with you, but this column is only 500 words. Until next week, know you continue in my prayers!

Let us pray for each other,

Father Wilson

Queridos hermanos en Cristo,

Una de las muchas cosas por las que pude orar en mi reciente retiro fue lo verdaderamente bendecido que soy de estar aquí en Santa María entre personas tan maravillosas y llenas de fe. Como prometí, oré y ofrecí misas específicamente por ustedes y sus intenciones durante los treinta días. Así como muchos de ustedes han expresado su agradecimiento a mi regreso, sepan que son correspondidos con gratitud y amor: el amor infinito y sanador que el Sagrado Corazón de Jesús nos ofrece a cada uno de nosotros. Me doy cuenta del verdadero privilegio que es poder estar ausente durante treinta días completos para ese retiro. Esto se debió a la generosidad de muchos otros que lo hicieron posible. Estoy muy agradecido con el P. Francisco, Mons. Willie, nuestros diáconos y nuestro dedicado personal por “cuidar el fuerte” en mi ausencia. A todos los que ayudaron, ¡gracias desde el fondo de mi corazón!

Muchos han pedido saber sobre el retiro ya que es un tipo de retiro mucho más intenso del que estamos acostumbrados. Planeo compartir sus frutos y cómo usted puede experimentarlo también, tal vez, en una forma modificada adecuada para sus circunstancias particulares y su estado de vida. Si bien lo ideal es treinta días, se puede modificar para adaptarse mejor a la vida de una persona. Después de todo, una madre de cuatro hijos no puede orar como una monja de clausura, y la vida espiritual de un sacerdote será diferente a la de un banquero, soldado o estudiante. Pero todos y cada uno de los discípulos están llamados a una vida espiritual profunda y fructífera en la medida de nuestras posibilidades. En todos los casos implicará que carguemos heroicamente nuestra propia cruz y seguir los pasos de Jesucristo.

Algunos detalles de cómo fue el retiro: Tres hermanos sacerdotes de nuestra diócesis y yo nos reunimos con un director de retiro en un centro de retiro en Venice, Florida. El retiro se llama Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Consiste en cuatro semanas de meditaciones-ejercicios. ¡Y de hecho es un trabajo! Comenzamos examinando cuidadosamente toda nuestra vida, mirando la gracia y las bendiciones de Dios y nuestros pecados. La primera semana terminó con una confesión general de toda nuestra vida. Durante las siguientes tres semanas meditamos lentamente sobre la vida de Cristo desde su concepción, hasta su muerte, hasta su gloriosa resurrección y ascensión. Después de un par de días introductorios, trabajamos hasta cinco horas diarias dedicadas a estas meditaciones. Durante el mes, cada uno de nosotros oró más de 130 horas, sin contar la Misa y otras oraciones. Entregué mi teléfono celular, ¡así que no mensajes de texto ni correos electrónicos! Además, estuvimos verdaderamente en silencio, excepto por las oraciones en la misa y dos días de descanso.

En general, fue una experiencia fenomenal y espero poder compartir más con ustedes, pero esta columna tiene solo 500 palabras. ¡Hasta la semana que viene, sepan que continúan en mis oraciones!

Oremos los unos por los otros,

Padre Wilson

BACK TO LIST